Venderse al sistema puede sonar un poco dramático, pero estos directores son prueba de que Hollywood puede arruinar una visión prometedora.
No es cuestión de andar generalizando (le puede pasar a cualquiera), pero existe un grupo selecto de realizadores que no domina muy bien la presión de los altos presupuestos.
Cineastas que arrancaron con obras chiquitas y una carrera prometedora, hasta que Hollywood se metió en el medio, les ofreció toneladas de dinero, franquicias y películas comerciales… sellando su destino para siempre. ¿Le echamos la culpa a la industria por estos “qué lindo mi director / se rompió mi director” que aparecen en este top?
GUS VAN SANT
¿Se acuerdan de ese director independiente que sorprendió a todos con Mi Mundo Privado (My Own Private Idaho, 1991)? Nosotros tampoco. La carrera de Gus van Sant es bastante despareja y da la impresión de no haber encontrado su verdadero estilo: un pastiche entre el humor negro en cosas como Todo por un Sueño (To Die For, 1995), dramas contundentes como Elefante (Elephant, 2003) y esas historias que tanto ama la Academia como En Busca del Destino (Good Will Hunting, 1997) y Milk (2008), que le dieron sus dos nominaciones al Oscar.
Si somos sinceros, Gus nunca manejó presupuestos exorbitantes ni franquicias millonarias, pero perdió un poco de respeto el día que puso el gancho para la remake de Psicosis (Psycho, 1998).
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GAVIN HOOD
Después de ganar el Oscar a Mejor Película Internacional con Mi Nombre es Tsotsi (Tsotsi, 2005), el realizador sudafricano tenía la intención de llevarse a Hollywood por delante. La chapa no le sirvió de mucho, y aunque El Sospechoso (Rendition, 2007) es un drama correcto, la debacle llegó en forma de mutante con sobredosis de adamantium.
Sí, este buen hombre (junto a Hugh Jackman, porque no es cuestión de tirarle toda la culpa) es el responsable de X-Men Orígenes – Wolverine (X-Men Origins: Wolverine, 2009), una de las peores películas superheroicas de la década de los dos mil. Desde ahí, le costó remontar y, después del fracaso de El Juego de Ender (Ender’s Game, 2013), se llamó un poco a silencio detrás de las cámaras.
COLIN TREVORROW
Uno que se estrelló, incluso antes de despegar, pero en este caso no sabemos si culpar (del todo) a Hollywood por el giro de los acontecimientos. Trevorrow es de esos realizadores que saltó de un debut independiente –Safety Not Guaranteed (2012)– a jugar en primera sin escalas con Jurassic World (2015). El negocio le salió redondo, a pesar de la dudosa calidad de la película, pero inmediatamente después de este éxito abrumador empezaron los problemas.
Colin dejó pasar la secuela jurásica para concentrarse en El Ascenso de Skywalker (The Rise of Skywalker, 2019), aunque se quedó sin el pan y sin la torta cuando cortó relaciones con Lucasfilm debido a “diferencias creativas”. No sabemos si el fracaso de The Book of Henry (2017) tuvo algo que ver, pero pronto volvió al mundo de los dinos para la tercera entrega… aún con peores críticas.
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JOHN SINGLETON
A los 23 años, John Singleton se convirtió en el director más joven, y el primer realizador afroamericano, en ser nominado al Oscar gracias a la genial Los Dueños de la Calle (Boyz n the Hood, 1991) que, como si fuera poco, fue su debut tras las cámaras.
Singleton siguió retratando la problemática sociopolítica de los afrodescendientes en las calles de los Estados Unidos, pero cuando los ceros se empezaron a acumular, prefirió rellenar su currículum con películas de más “alto perfil” (más comerciales) como la remake de Shaft (2000) o la segunda entrega de Rápido y Furioso. Después de un par de fracasos importantes y hasta su prematuro fallecimiento en 2019, John se volcó a la TV (Empire, BIllions), refugio moderno del artista que cayó en desgracia (¿?).
MICHEL GONDRY
Gondry sorprendió a todos en Hollywood con Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004) –incluso se llevó el Oscar a Mejor Guión Original–, la película que lo consagró como realizador, tras décadas dedicado a los videos musicales para artistas como Björk, The White Stripes y Radiohead.
Michel nunca abandonó su amor por la música, pero sus obras cinematográficas fueron de mal en peor, a medida que el presupuesto también fue creciendo. Rebobinados (Be Kind Rewind, 2008) no es una mala idea, aunque se queda por el camino, pero lo peor de lo peor llegó con El Avispón Verde (The Green Hornet, 2011), su intento fallido al querer entrar en la fiebre superheroica.
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