Más allá de la época dorada actual de las adaptaciones de videojuegos, hay títulos más viejos que vale la pena recordar.
Hoy estamos acostumbrados a estas adaptaciones, tanto en el cine como en la pantalla chica. Títulos como Una Película de Minecraft (A Minecraft Movie, 2025) –lo más visto de este año hasta el momento– o The Last of Us son apenas los últimos éxitos de este salto de las consolas a las pantallas; una tendencia que, suponemos, llegó para quedarse… al menos, por un rato largo.
Aunque esta ‘moda’ fichinera no es nueva. La década del ochenta estuvo muy conectada con la cultura gamer, los arcades y las aventuras inspiradas en videojuegos de todo tipo, por eso rescatamos algunos de esos clásicos de culto que proliferaron en la era del videoclub. ¿Los conocías?
CLOAK & DAGGER (1984)
A no confundir con la parejita de Marvel. Esta aventura de espionaje, protagonizada por un pequeño Henry Thomas, Dabney Coleman y Michael Murphy –basada en un cuento corto de Cornell Woolrich (The Boy Cried Murder)–, llegó a los cines estadounidenses en función doble con El Último Guerrero Espacial (The Last Starfighter).
Davey Osborne (Thomas) no tienen mamá, y papá no se ocupa demasiado, por eso pasa horas y horas jugando videojuegos… y charlando con Jack Flack (Coleman), super agente protagonista de un fichín, devenido en su amigo imaginario. Sin querer, el chico se cruza con los planes secretos de un grupo de espías, y deberá convertirse en fugitivo (y echar mano de las habilidades que aprendió jugando) para salvar su vida.
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JOYSTICKS (1983)
Jefferson Bailey (Scott McGinnis) es el dueño de la casa de arcades más popular de la ciudad, para disgusto del empresario local Joseph Rutter (Joe Don Baker). Junto con sus sobrinos, Rutter pretende incriminar a Bailey para sacarlo del negocio, pero este ya está al tanto de sus planes maquiavélicos y pone manos a la obra para detener este artimaña con la ayuda de sus amigos y un duelo fichinero en puerta contra el astuto King Vidiot (Jon Gries).
Una comedia chiquita muy propia de los ochenta, pero que pudo usar la imagen de Pac-Man, Satan’s Hollow y Super PacMan como si nada, gracias a la gente de Midway Games.
SUEÑOS ELÉCTRICOS (ELECTRIC DREAMS, 1984)
Miles Harding (Lenny von Dohlen) es un joven arquitecto con muchas ideas revolucionarias, pero poca capacidad para manejar su nueva computadora. Tras sumarle un montón de accesorios y querer conectarla a la base de datos de su empresa, el aparato se recalienta y la mejor idea del muchacho es derramarle una botella de champagne encima para zafar del problema.
De esta manera, la computadora adquiere conciencia propia y se autobautiza con el nombre de Edgar. Las cosas se complican bastante cuando, tanto Miles como la PC, se enamoran de Madelaine (Virginia Madsen), la nueva vecina chelista que practica en sus tardes libres y despierta todo tipo de sentimientos… tanto al hombre como a su máquina.
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NIGHTMARES (1983)
Dentro de esta antología de terror creada por Joseph Sargent (basada en leyendas urbanas), encontramos The Bishop of Battle, la historia del joven Jerry “J.J.” Cooney (Emilio Estevez): entusiasta de los videojuegos y buscavidas que nunca se separa de su amigote Zock (Billy Jayne).
Pero tras discutir por su eterna obsesión por los fichines, Jerry se dirige al arcade del barrio para tratar de ganar en The Bishop of Battle, un juego dificilísimo con trece niveles que nadie jamás pudo superar. Después de probar varias veces y fallar, el dueño lo echa para cerrar el lugar; pero el pibe se escabulle a media noche, lo vuelve a intentar y, para su sorpresa, logra terminarlo… aunque el juego lo consume, literalmente hablando.
HOLLYWOOD ZAP! (1986)
Este clásico de Troma, cortesía de David Cohen, mezcla mucho humor negro, ridículo y escatología para contar la historia de dos amigos fortuitos que deciden escaparse a Hollywood con el deseo de adquirir fama y fortuna.
Cansado de la rutina y un trabajo aburridísimo en una tienda de ropa femenina, Tucker “Downer” Downs (Ivan E. Roth) enfila hacia California, también con la esperanza de encontrar a su padre desaparecido hace 24 años. En la ruta se cruza con Nash (Ben Frank), un adicto a los videojuegos que busca participar en la mejor competencia de fichines eróticos, con el que no va a dejar de vivir un sinfín de aventuras.
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