Las adaptaciones cinematográficas pueden ser complicadas y no siempre dejan a todos contentos, ya sean los autores del material en que se basan (o sus descendientes) o los fans que siempre tienen algo que decir al respecto.
Muchas veces literales y otras no tanto, las diferencias entre el libro y la película pueden resultar un punto a favor para los directores y guionistas que, muchas veces, logran redefinir un relato conocido… o mejorarlo, cuando este no sobresale por sus propias características. También puede ocurrir lo contrario. En esta nota no se trata de juzgar si es una buena o mala adaptación, lo que importa es cuán alejado quedó el material original del producto terminado.
¿QUIÉN ENGAÑÓ A ROGER RABBIT? (WHO FRAMED ROGER RABBIT, 1988)
La comedia fantástica de Robert Zemeckis mezcla personajes de carne y hueso con disparatados dibujos animados y elementos del cine negro de manera brillante. Solo Steven Spielberg –su productor– fue capaz de conseguir los derechos para juntar en un mismo film a caricaturas de Disney, Warner y MGM para contar la historia de Eddie Valiant (Bob Hoskins), un detective privado de Los Ángeles que debe investigar el asesinato de un conocido empresario, y cuyo principal sospechoso es el engañado conejo de título.
Hay que agradecerles a los guionistas Jeffrey Price y Peter S. Seaman por haberse desviado lo más posible de la novela de Gary K. Wolf’s “Who Censored Roger Rabbit?” que, a pesar de que describe un universo donde las caricaturas interactúan directamente con los seres humanos y animales, la trama policial que presenta es torpe, confusa y con un final bastante agarrado de los pelos. En la pantalla no quedó casi nada del material original, salvo el concepto general, los dibujitos, el detective y el asesinato.
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BLADE RUNNER (1982)
Sin dudas, la obra más emblemática del ciberpunk, todo un film de culto que ha influenciado a más de una generación de realizadores. No importa en cuál de todas sus versiones se nos presente, la película de Ridley Scott toma poco y nada de la novela de Philip K. Dick, “¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?” (1968), en la que se basa parcialmente.
Tanto así que no solo sustituye la palabra ‘androide’ por ‘replicante’, sino que extirpa casi toda la subtrama animal. Igual se las ingenia para permanecer fiel al estilo del libro y su atmósfera: un futuro en el que los replicantes (humanos artificiales) deben ser cazados y eliminados por una unidad especial de la policía, los Blade Runners. Scott no toma en cuenta la ambigüedad moral presente en estas inteligencias artificiales, pero sí la de acabar con ellos, en muchos casos, con mucha más humanidad que sus perseguidores.
EL RESPLANDOR (THE SHINING, 1980)
Es una de las mejores novelas de terror de todos los tiempos y una de las mejores películas del género, pero no hay un solo fanático de la obra literaria que no esté en desacuerdo con el film y viceversa. El terror psicológico en su máxima expresión, de la mano del director más amado y odiado por la crítica.
El film de Stanley Kubrick tardó en ganarse el cariño del público, pero terminó convirtiéndose en todo un clásico de culto, aunque a Stephen King no le haya gustado para nada la adaptación a la pantalla: “Kubrick convirtió la película en una tragedia doméstica con algunos toques sobrenaturales. Como no podía creer, no logró que la película fuera creíble para otros”.
Las representaciones simbólicas, las observaciones sobre la naturaleza moral del ser humano y las críticas socioculturales se hacen presentes en este macabro relato que muestra la inquietante transformación que experimenta el frustrado escritor Jack Torrance (Jack Nicholson) tras arribar al hotel Overlook junto a su familia. El aislamiento, la falta de sueño, los fantasmas personales y unos cuantos fenómenos paranormales dan como resultado un perfecto psicópata homicida.
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YO, ROBOT (I, ROBOT, 2004)
Más allá de que el título de la película dirigida por Alex Proyas y protagonizada por Will Smith nos retrotrae inmediatamente a una de las obras más emblemáticas de Isaac Asimov, el blockbuster futurista plagado de acción toma poco y nada del relato. Por el contrario, se queda solamente en su ambientación y la recopilación de las tres leyes de la robótica que fueron añadidas a un guion de Jeff Vintar (titulado Hardwired), después de que los productores adquirieron los derechos sobre el título del libro.
En su momento hubo gran expectativa sobre esta adaptación, más que nada porque Proyas venía de fascinarnos con Dark City (1998); pero el producto final no deja de ser una de las tantas películas veraniegas donde Will intenta salvar al mundo y, aunque es entretenida, no guarda ninguna relación con los relatos de ciencia ficción del autor, que sólo sirvieron como un mínimo punto de partida.
IDENTIDAD DESCONOCIDA (THE BOURNE IDENTITY, 2002)
Basada muy libremente en la novela homónima de Robert Ludlum, publicada en 1980, la película de acción dirigida por Doug Liman arranca con un hombre inconsciente y semimuerto que es rescatado por un barco pesquero en medio del mar Mediterráneo. El NN logra recuperarse, pero sufre de amnesia y no recuerda quién es ni nada de su pasado. Hasta ahí, lo único que tienen en común ambas obras.
La novela de Ludlum es un thriller de espías ambientado durante la Guerra Fría, que involucra un montón de malentendidos y al mismísimo Jason Bourne haciéndose pasar por un agente para poder matar a uno de verdad. La película muestra al protagonista como todo un James Bond moderno intentando escapar de sus superiores, que andan con ganas de eliminarlo por unos cuantos motivos. Pero estas diferencias no son del todo dañinas y ayudaron a reforzar y redefinir la dicotomía de uno de los últimos grandes héroes de acción que nos dio el nuevo milenio.
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